sábado, 24 de agosto de 2013

Asesino de Sueños

El amor mata, eso me dijeron alguna vez, también lo leí en algún lado y lo escuche en algunas canciones. Sin embargo, obstinado mi ser para creer eso, porque valgan verdades ¿quién es capáz de morir por no ser amado o por no amar?, vaya pregunta que cegaba más mi terco pensamiento.
Hasta que te dije adiós, o, mejor dicho, me dijiste "no siento más, lo siento, adiós", en ese momento sentí como me sangraba el mundo, las tres cuartas partes del planeta eran sangre y el resto eran lágrimas, mi cuerpo paso a ser de lenguas de fuego, pero no del espíritu santo, sino de la fogata al amanecer, sofocado por la maldición que me habías echado, no la del adiós, sino la de morir de amor.
Cuántas olas se gestan en el mar cada día, cada noche, cada año, es imposible saberlo, pero así sentía, como las olas que van y vienen, así se sentía mi vida, sin rumbo, iba y venía. Mi alma desecha peor que flor marchita en el verano de los infiernos, que arde en lava y llueven flamas, mismo lanzallamas. Destrozado el corazón, no, el corazón no se destroza solo, todo el cuerpo se deshace, se resquebraja.
Sin embargo, ¿qué importa?, nadie muere de amor, era el pensar más sapiente, entre tanto clamor. No me era posible, salir de eso, escapar, tenía que exiliar mi espíritu, pisoteado a más, convertirlo en alguna especie de tesoro sin mapa, olvidar la combinación, pero no, no me era posible.
El amor mata, eso me dijeron alguna vez, también lo leí en algún lado y lo escuche en algunas canciones, ahora sé que tenían razón, que el amor no puede matar a una persona, pero si matar los sueños de una persona, y eso es peor.

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